sábado, 11 de mayo de 2013

Pan de vino tinto



Hace poco más de un año y medio cambié Madrid por Logroño y no puedo estar más contenta de esta decisión.

Madrid es precioso, y de vez en cuando lo echo de menos, pero no es cuidad para mí. Además mis últimos meses no fueron fáciles y necesitaba un cambio. Lo que no podía imaginar es que ese cambio fuera tan importante para mí.

Aquí he encontrado una pasión que quiero que sea uno de los pilares de mi vida, la enología; una ciudad en la que no me importaría vivir, siempre llena de vida y de gente que con palabras agradables, Logroño; y sobretodo he encontrado a un grupo de personas que han cambiado mis esquemas, mis compañeros de clase. Enseguida empezamos a entendernos, a todos nos gustaba la Laurel y entre sus bares empezamos a tener más confianza y a fraguar una amistad, que no costó consolidar y que sé que va a perdurar más allá de noviembre, momento en el que definitivamente se terminará la Licenciatura.


Si algo nos une, es nuestro vino, el vino que elaboramos en la bodega de la Universidad y con el que yo he elaborado esta receta.
Nosotros mismos (acompañados de los chicos de Grado) recogimos las uvas, las despalillamos y las prensamos, elegimos todo el proceso de vinificación, diseñamos la etiqueta y vestimos todas las botellas, una a una, con nuestras manos. Punto y aparte es el nombre de nuestro vino, punto y aparte ha sido para mí el cambio de ciudad y pero no va a haber un punto de vida en nuestra amistad, porque han sido dos cursos que recordaré siempre, con la mejor de mis sonrisas. Gracias a todos.




 ¿Y si con pan y vino se hace el camino por qué no caminamos con un pan de vino?

Efectivamente la receta de hoy es pan de vino, hasta donde he podido investigar este pan nació a muy pocos kilómetros de Logroño, en Cenicero, un pequeño pueblo de gran tradición vitivinícola, como obra del panadero Domingo Alonso, quien tuvo la idea de cambiar el agua utilizada en la elaboración del pan por vino tinto. Yo la descubrí, como la mayoría de las recetas por internet y como desde hace tiempo tenía ganas de hacer mi propio pan, nada más apropiado que este pan de vino para poder quitarme ese gusanillo de hacer pan y poder publicar una receta totalmente diferente.

Un nuevo reto conseguido gracias a este blog


Ingredientes

  • 600 gr de harina de fuerza, 200 ml de vino tinto, 200 ml de agua, 10 gr de levadura de panadero y 10 gr de sal.

Lo primero que tengo que decir es que yo no tenía ni idea de lo que es la harina de fuerza, miré en internet y vi que es una harina con más gluten, usada en panadería y repostería y que puede encontrarse fácilmente en más de un supermercado pero yo decidí preguntar al panadero que hay cerquita de casa y comprarle tanto la harina de fuerza como la levadura fresca.

En un bol ponemos la harina, hacemos un hueco, como si fuera un volcán y vertemos el resto de los ingredientes. Sólo falta amasar, amasar y amasar. Al principio se pega muchísimo en los dedos, pero poco a poco la masa se va despegando de las manos e irá cogiendo consistencia. Al final debe quedarnos una masa blanda y flexible. Si tenéis Thermomix no dudéis en emplearla para este paso.

Tenemos que dejar que la masa crezca, hasta el doble del tamaño inicial, poniéndola en un bol algo aceitado y tapándola con un trapo. Mi masa, en una media hora, más o menos, ya había alcanzado el tamaño deseado. 

Diferencia de tamaño tras dejar reposar la masa
 
Después del levado hay que desgasificar la masa (que simplemente consiste en dar fuertes golpes en la masa con las manos) y ya está lista para hornear. En una bandeja apta para el horno, nuevamente algo aceitada, ponemos la masa con la forma de hogaza que deseemos, en la que ya habremos hecho unos ligeros cortes y la introducimos en el horno. Por mucho que sorprenda, el horno debe estar frío para que la segunda levada se haga dentro mientras se va calentando, consiguiendo así una corteza crujiente. Nada más introducir la masa ponemos el horno a 250 grados y lo mantemos así durante 45 minutos.

Hay otra forma para hacer el pan: después de desgasificar la masa volvemos a dejar que aumente el volumen nuevamente tapada y la introducimos en el horno precalentado a 250º durante 15 minutos y los siguientes 30 minutos bajaremos la temperatura a 180º. En esta técnica se necesita vapor, que se puede conseguir pulverizando agua dentro del horno o metiendo una bandeja con agua en la parte baja del mismo. Como este método me parecía más complejo, laborioso y además requería más tiempo me decanté por la primera técnica y quedé totalmente satisfecha.

El pan, una vez hecho hay que dejarlo en una rendija para que enfríe bien, e incluso se recomienda dejar reposar toda la noche tapado en un paño o en una bolsa de papel.

Al día siguiente disfrutamos del pan en casa. Corteza crujiente, miga esponjosa y únicamente con un sutil recuerdo a vino en su entrada en boca. Un pan como los de antes, un pan de pueblo, que ha aguantado con total dignidad el paso de los días, aunque si bien ha perdido ese toque crujiente no ha renunciado a la esponjosidad de su interior.
 

No dudaré en repetir esta receta y cuando lo haga disminuiré la cantidad de agua para aumentar la de vino intentando que el vino sea más notable en la boca.

2 comentarios:

  1. Pan de vino!!!
    Me alegro de que te haya salido tambien y mas siendo la primera vez.
    Yo intente hacer el normal un par de veces y fue un desastre total..aquello no se podia ni masticar!

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    1. Ya lo siento, pero como es la primera vez que hago pan no sé como ayudarte, aunque creo que los puntos claves son el amasado y la calidad de la levadura. Puedes probar otra vez comprando ese ingrendiente a tu panadero habitual y perdiendo bastante tiempo con la masa.
      Un saludo

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